Los días pasan lentos en la naturaleza, tal vez sea porque el tiempo ya no importa cuando eres feliz.


Atardeceres de Conguillio- fotografía de lo que vimos en el Sendero los Contrabandistas



"Si el día presente quiere parecerse al día pasado, el tiempo pasa lento y duele. Si el día presente quiere parecerse al día futuro, el tiempo pasa lento y desasosiega. Si el día presente se parece al día presente, el tiempo transcurre en su justa música y acompaña..." LOS DÍAS DEL FUEGO, Liliana Bodoc.


Esto es una baliza puedes encontrar así o arboles con una marca amarilla.


Luego de caminar por hermosos paisajes de araucarias, de tomarle la mano al río y seguirlo, luego de internarnos más y más, fue que de pronto volvimos a perdernos. Pero esta vez era en serio, porque ahora sí sentimos miedo.

Ya habíamos notado que las mariposas nos seguían por doquier, no hubo un solo lugar donde no hubiera mariposas. Ceci dijo: "Dicen que las mariposas guardan el alma de nuestros antepasados y nos cuidan". Había algo mágico en ese lugar y aquellas palabras no me parecieron descabelladas.

Ya estábamos perdidas y nada ni nadie nos iba a sacar de ahí. Como dije antes, nadie nos esperaba, nadie sabía donde estábamos, el mapa no servía, tampoco teníamos brújula, mucho menos señal de celular. Así que por conclusión (y esto podrá parecer a muchos algo sumamente irracional, pero en realidad cuando uno actúa con el corazón no hay nada de racional) decidimos seguir a las mariposas.

¡No digo que si se pierden en un bosque deban ponerse a seguir a las mariposas!, a menos que... en realidad algo en el fondo de sus corazones establezca una conexión que les indique que esas criaturas en realidad sí están allí para ayudarlos. Porque ellas tal vez sólo estaban de paso, o había comida cerca, en cualquier caso, eso es algo que se tiene que sentir y la mente debe callar porque la mente nada sabe de sentir.

Seguimos a las mariposas y ellas nos llevaron hasta un bosque quemado. Pasamos de un hermoso paraíso a un lugar donde reinaba el silencio y la muerte. Ahí fue cuando comenzamos a sentir miedo y frustración.Era un bosque entero, muchas hectáreas, destrozadas por el paso de las llamas. Con troncos teñidos de negro y blanco y una tierra de la cual no brotaba aún ni una flor.

Cuando la pena nos inundaba una mariposa aparecía y nos animaba a continuar.


Y Cuando comenzamos a pensar que en realidad era una locura lo que estábamos haciendo, de pronto vimos unas huellas de neumático. Si había huellas de neumático, había personas. Lo que no sabíamos era desde hace cuánto que estaban esas huellas ahí. No había llovido esos días así que no sabíamos, de todas formas comenzamos a seguirlas. Pasaron un par de horas y cuando ya pensábamos que la noche nos alcanzaría antes de encontrar personas, escuchamos ruidos de maquinas.

Eso fue algo perturbador... Por un lado significaba que podrían aclararnos donde estábamos y darnos indicaciones para llegar a Lonquimay o tal vez acercarnos al pueblo. Pero por otro lado, estábamos en un bosque (quemado sin lugar a dudas) y esos hombres debían de ser una forestal. Fue cuando pensamos en que no era una casualidad que el bosque se hubiese quemado...

No tardamos en encontrar a los trabajadores. Cuando nos vieron llegar sus expresiones perturbadas nos indicaron que estábamos en un lugar donde tal vez no deberíamos estar.

Nos preguntaron si es que estábamos perdidas y por supuesto les dijimos que no. Aunque claro, no nos creyeron. Después uno de ellos nos regañó por haber acampado ahí ya que estaábamos en territorio de pumas.

Uno de los hombres nos ofreció llevarnos hasta el pueblo y algo más tarde, cuando hubo terminado la faena, nos subimos en su camioneta.

En el camino nos contó que con la madera quemada podían hacer combustible y que ha eso se dedicaba la empresa.

Es aquí cuando uno piensa en el daño causa el sistema en el que vivimos. Nos dijo que gracias a ese trabajo podía vivir y tener para alimentar a su familia. También dijo que en realidad el trabajo no había estado muy bueno el último tiempo. Le preguntamos si reforestaban después de talar los árboles y el dijo que no. Tampoco parecía importarle.

A mi esto me desgarra el corazón, porque el bosque (aunque no lo parezca) no es infinito y si lo talan todo, si lo queman todo para construir todas esas cosas innecesarias de las que queremos ser poseedores entonces, al final ¿qué nos quedará?. Una mesa, un escritorio, incluso un libro, no se compara siquiera a la vida de un árbol. Él por si mismo sostiene todo un pequeño ecosistema, te da sombra, te da aire, incluso alimento.

Lonquimay
No culpo a ese trabajador... nos culpo a nosotros mismos, a nuestra avaricia y a nuestro materialismo. ¿En realidad necesitamos todo lo que tenemos? ...y siempre queremos más...


Este fue el final de nuestro viaje a Lonquimay. Llegamos cuando el día se hacía noche y el frío comenzaba a reinar una vez más. Pero ahora, lo esperaríamos en una cama que si bien, puede que no haya sido la mejor de todas las camas donde haya descansado, para mi era como estar durmiendo en una nube.

La historia no acaba acá porque como dije antes, la aventura estaba recién comenzando. A penas estábamos a la altura de Temuco y nuestro objetivo era llegar hasta Chiloé. Faltaba mucho andar...

En el hostal conocimos a un hombre que viajaba solo, llamado Neil y él quería llegar hasta el volcán Lonquimay.

Nos invitó a acompañarlo, así que al día siguiente viajaríamos con él...

Ver esto no tiene precio


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